Observamos como primera medida el sol, la orientación del terreno. A partir de esto y en función de las necesidades del proyecto analizamos qué tipología se adaptará mejor, cómo distribuir las funciones, que locales proteger, qué locales exponer, hacia dónde abrirnos, hacia dónde cerrarnos.
Todas nuestras obras cuentan con basamento, desarrollo y remate, como en la arquitectura clásica, pero los materializamos de acuerdo a la necesidad del proyecto, así un vacío en la base, aunque no sea macizo, sigue expresando un basamento.
Resaltamos la tectonicidad y/o la función mediante la elección de los materiales.
Morfológicamente logramos que los volúmenes que conformen el proyecto se encuentren articulados mediante su forma. La conjunción de pequeños detalles es quien se ocupa de conformar nuestra arquitectura.
Buscamos que el proyecto se materialice con materiales nobles y duraderos.
Nuestros proyectos tienen un “guiño” o “gesto”. Esto nos permite encontrar una unidad en el proyecto mediante la repetición del mismo. Concebimos nuestras obras como una unidad, en forma integral. Homogeneidad
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En las obras de reciclaje comprendemos el espacio, reconocemos y respetamos la historia de la obra a intervenir, interpretamos su lógica proyectual y constructiva, proponemos una solución arquitectónica con criterio, integrando todo en un nuevo hecho que sintetiza la obra existente con la propuesta que en ella se realiza.
En términos sustentables proyectamos para que nuestras obras requieran de la menor energía posible. Lo logramos con el uso de materiales específicos para tal fin y con la morfología del proyecto.
La materialidad, la morfología y la naturaleza son para el estudio los factores mas importantes para la ejecución de una obra de arquitectura.